Personajes






PROTAGONISTA COLECTIVO

   La novela de protagonista colectivo no era nueva. Su precedente más citado era la obra del norteamericano John Dos Passos, Manhattan Transfer (1925), sobre las gentes de Nueva York. Parecida índole presentan novelas memorables de Thomas Mann (La montaña mágica, 1924), Aldous Huxley (Contrapunto, 1928), etc. Y, en España, se recordará la serie de El ruedo ibérico, de Valle-Inclán. En esta línea se sitúa La colmena, aunque sin seguir exactamente ninguno de estos modelos,

    Cela habla de «los ciento sesenta personajes que bullen —no corren— por sus páginas...». Según el censo realizado por J. M. Caballero Bonald, serían 296 (además de 50 personas reales). Pero muchos de esos nombres son simples alusiones. Según E. de Nora, los personajes que alcanzan cierto relieve son «unos 45», algunos de los cuales podrían tener un modelo vivo, como el autor insinuó.

   Para Cela, su novela es “un reloj hecho de múltiples ruedas y piececitas”. Presenta una suma de vidas que se engarzan entre sí para representar el vivir de todos los seres humanos de la ciudad. No existe un héroe. Se resalta la mediocridad, no exenta de cierto heroísmo, en que viven los personajes, un heroísmo que consiste en sobrevivir. No tienen fe en el futuro y se aferran al presente manifestando hasta qué punto se necesitan unos a otros.

  Se pueden distinguir cuatro grupos:

-personajes principales

-personajes telescópicos, que sirven para dar profundidad y perspectiva a los principales

-incidentales

-literarios o históricos.

    Solo cuarenta y cuatro se repiten tras una primera mención. Solo diecisiete lo hacen en cinco o más oportunidades y solo ocho aparecen en once o más secuencias. Por tanto, hay una ley de selección de personajes destacados de la masa, que intervienen en el Final, con excepción de la señorita Elvira. Merecen el nombre de figuras de primer plano: doña Visi, su hija Julita y el novio de esta, Ventura Aguado; doña Rosa, la señorita Elvira; Roberto González y la Filo, y Martín Marco, presente en treinta y una secuencias.

MARTÍN MARCO

       Es el carácter individual más definido de la novela, el único presente en todos los capítulos. En él puso Cela su predilección. Siempre se le ha achacado al autor una cierta incapacidad para crear caracteres convincentes, por su tendencia a los esbozos. Esto ocurre en esta obra en los personajes incidentales, pero cuando concede especial atención a alguno de los personajes, obtiene impresionantes retratos, como Martín Marco, doña Rosa o la señorita Elvira.

        Martín no es un personaje rectilíneo, sino agónico y contradictorio: su antigua compañera Nati (III,8) lo define como una mezcla de vago, tímido, fresco. Es la figura del intelectual bohemio insatisfecho, preocupado por la injusta ordenación de la sociedad, para cuyo cambio se le ocurren ideas utópicas (II,5).

       Pero esta faceta de su personalidad convive con reacciones humanas variadas: sensibilidad, miedo, odio, ternura, orgullo. Es la conciencia pensante de la obra, novela en la que todos los personajes se definen por sus palabras y sus pensamientos nos llegan por mediación del narrador. En el caso de martín su divagar mental se concreta en el único monólogo interior de la obra (IV, 34).

       Es también un alter ego del autor, no solo por su condición de literato que busca el éxito en el Madrid de la posguerra, sino porque a través de él Cela expresa los aspectos más importantes del significado de la obra. Hay numerosas transferencias de uno a otro: una cicatriz en la ingle, su seguimiento de las modas y vida cultural de la posguerra. También colabora en la prensa del Movimiento y ha escrito su primera novela en la oficina del Sindicato Nacional Textil, lo que constituye uno de los sueños que el personaje acaricia en la secuencia final de la obra. Se usan expresiones habituales de la época que para un joven actual pueden carecer de sentido:
-       "Colaboro en la prensa del Movimiento, pueden ustedes preguntar en la Vicesecretaria, ahí en Genova. Mi último artículo salió hace unos días en varios periódicos de provincias: en Odiel, de Huelva; en Proa, de León; en Ofensiva, de Cuenca. Se llamaba Razones de la permanencia espiritual de Isabel la Católica"- dice Martín al policía

       Su importancia se revela también en la estructura: es un personaje itinerante, que actúa como factor de dinamismo y variación. Actúa como enlace entre los distintos enclaves de la novela y en torno a él se tejen tupidas relaciones entre personajes.

        Dice Ángel Abuin:"Se acepte o no su protagonismo, es indudable que el personaje de Martín Marco es el mas sobresaliente de todo el relato. Presente en los siete capítulos, en treinta y uno de los doscientos trece bloques que articulan la novela, su función es servir de eje estructural para la historia narrada. Martín Marco es también el personaje privilegiado que da pie al caso, muy llamativo, de frecuencia repetitiva: se trata del episodio en que Martin Marco es expulsado del café de doña Rosa. Este acontecimiento, enunciado en dos ocasiones, en el interior del Capítulo Primero (sección 20) y en la primera secuencia del Segundo, presenta una interesante variación en el "punto de vista" adoptado por el narrador".

         Al final de la obra, todos los personajes se movilizan para solidarizarse con él porque leen una noticia en el periódico que le afecta y que puede traerle consecuencias.

  -- DOÑA ROSA: es un personaje marcado por su fealdad exterior (causa repulsión) e interior. Posee un carácter avariento, autoritario, ordinario, tiene ideas pronazis y falsamente religiosas. Representa la figura del triunfador. Constituye una metáfora del poder dictatorial basado en la prepotencia y en la humillación. Su café es un importante elemento estructural, ya que allí se reúnen un gran número de personajes de la obra. Además, es hermana de doña Visi (familia Moisés).

- LOS MOISÉS Y VENTURA AGUADO: estos personajes adquieren su mayor relieve en el capítulo V. Aquí se ponen de manifiesto la hipocresía de las relaciones familiares. Don Roque, el padre, desprecia e ignora a su mujer y es vividor y mujeriego. Doña Visi es una beata que lee revistas religiosas y tiene sus esperanzas puestas en el futuro matrimonio de sus hijas. Julita, que para su madre es una inocente muchacha, mantiene una relación carnal con su novio Ventura en una casa de citas, donde se encuentra con su propio padre. Su novio, Ventura Aguado, eterno opositor a notarías, es amigo de Martín Marco y se jacta de ser un hombre experimentado con las mujeres.

- DON ROBERTO Y FILO: representan uno de los pocos aspectos positivos de la obra. Es un matrimonio que se ama realmente. Sus conversaciones están llenas de lirismo y ternura. Aunque él está pluriempleado y ella cuida con resignación de sus cinco hijos y de su hermano Martín Marco, no les importaría tener otro hijo. Representan la afirmación de la vida en un mundo lleno de dificultades.

- VICTORITA: el amor hacia su novio Paco, enfermo de tuberculosis, lleva a Victorita a la necesidad de prostituirse para salvarle. Sus escenas con la madre o con don Mario de la Vega están llenas de acritud y violencia, pero el personaje aparece ennoblecido por su autenticidad.

- LA SEÑORITA ELVIRA: es un personaje extraño, símbolo de la decadencia. Su vida está marcada por su pasado y por el hambre. Ha sido maltratada por la sociedad desde la niñez. Es un ejemplo de una vida sin sentido (“es un mueble más”) como otros muchos ejemplos de La Colmena.

      En torno, pululan el sablista, el poeta joven y ridículo, el guardia, el prestamista, el médico oscuro, el señorito vividor, el pedantón, el impresor adinerado, los músicos miserables, el gitanillo... Y las mujeres de todas clases: las beatas, las prostitutas del más variado nivel, las dueñas de las casas de citas, la alcahueta, la niña vendida a un viejo verde, las criaditas, la castañera... En general, se trata de gentes mediocres y, a menudo, de baja talla moral. Pocos se salvan de la vulgaridad.

   Abundan los despreciables (especialmente, entre los acomodados). Son frecuentes los hipócritas; muchos, los ridículos. Pero también hay figuras conmovedoras, desvalidas, apaleadas por la vida; a veces, con una chispita de nobleza. Sin embargo, acaso de todos ellos podría decirse lo que Laín Entralgo decía de otros personajes de Cela: que son «restos o promesas malogradas de hombre, dolientes y maltratados muñones de humanidad».

       Hay, en fin, un aspecto sumamente importante, al que ya hemos aludido: las relaciones que se van estableciendo entre los personajes. Martín Marco está relacionado, entre otros, con su hermana Filo y con el marido de esta, don Roberto; con Petrita, criada de ambos, y con sus amigos Paco, Pablo Alfonso, Ventura Aguado... Pero, a su vez, cada uno de estos nos pone en contacto con otros. Así, Ventura Aguado es el novio de Julita, con la cual entramos en otro «mundillo», la familia de los Moisés, en torno a la cual se tejen otras relaciones. Y así sucesivamente. En otros casos, los personajes se relacionan por contigüidad espacial: el café de doña Rosa, la taberna de Celestino, la casa de don Ibrahim, etc. En suma, La colmena, esa «novela reloj», está hecha —según Cela— de «múltiples ruedas y piececitas que se precisan las unas a las otras para que aquello marche», que revelan el manejo de este protagonista colectivo.

        Sobre la técnica de caracterización de los personajes, ha dicho Sobejano:
«Las figuras se definen hablando y moviéndose [...] Conocemos casi exclusivamente cómo se mueven, cómo hablan, lo que hacen en determinado momento. Por fuera.» Hay también —y continuamente— verdaderos retratos, hechos de prosopografía y etopeya. No pocas veces. se nos da incluso una apretada síntesis de la vida pasada del personaje (como una miniatura de novela). En el caso de personajes poco desarrollados, esta es precisamente la técnica que domina. Y debe destacarse siempre el arte del retrato de Cela: su vivacidad, su ingenio, su capacidad de encontrar el rasgo característico (lindante, muchas veces, con la caricatura).
   Algún crítico ha acusado a Cela de «superficialidad», al limitarse a ver a los personajes «desde fuera», aunque sería más exacto hablar de una visión «desde arriba», «desde el aire», con enfoque semejante al que adoptaba Valle-Inclán  en los esperpentos. El autor se siente superior a los seres que ha creado.